El Papa a la Orden de Malta: “Anunciad a Cristo sirviendo a los pobres con amor evangélico”
Mensaje del Santo Padre León XIV a la Soberana Orden de Malta con motivo de la solemnidad de San Juan Bautista, su celestial protector. Un llamado a la conversión espiritual, a la fidelidad al Evangelio y a la autenticidad en la caridad.
Con motivo de la solemnidad de San Juan Bautista, el Santo Padre León XIV ha dirigido un mensaje profundo y alentador a los miembros del Soberano Militar Orden de Malta, destacando su papel insustituible en la Iglesia como custodios de la fe y servidores de los más necesitados.
En su misiva, el Papa expresa su gratitud por la labor caritativa que el Orden realiza en tantos rincones del mundo, especialmente allí donde hay mayor necesidad de amor y consuelo. Reconoce el proceso de renovación iniciado en los últimos años, alentando a proseguir “en esta dirección” con fidelidad al Evangelio y en colaboración con el Cardenal Patrono.
El Pontífice propone la figura de San Juan Bautista como modelo de radicalidad evangélica, destacando su conversión interior y su testimonio hasta el martirio. A imagen del Precursor, los miembros del Orden están llamados a vivir una fe activa, anunciando a Cristo no sólo con obras de misericordia, sino también con una profunda vida interior que dé sentido a su misión.
León XIV recuerda el carisma fundacional del Orden, sintetizado en dos pilares inseparables: la defensa de la fe (tuitio fidei) y el servicio a los pobres (obsequium pauperum). Sin este vínculo entre caridad y evangelización, advierte el Papa, el Orden corre el riesgo de convertirse en una mera organización filantrópica, perdiendo su naturaleza religiosa.
El mensaje también ofrece una seria reflexión sobre el uso de los medios, advirtiendo contra la tentación de la mundanidad y de recurrir a recursos aparentemente útiles pero contrarios a la voluntad de Dios. Como Jesús rechazó el poder mundano en su tentación en el desierto, así el Orden debe discernir constantemente si sus decisiones responden al Espíritu Santo o a intereses humanos.
Un punto central del mensaje es el llamado a una auténtica conversión espiritual, especialmente para los miembros del Primer Ceto, cuya vida debe estar marcada por la radicalidad evangélica propia de un instituto religioso. Esta conversión no puede limitarse a reformas jurídicas, sino que debe alcanzar el corazón, siendo sostenida por la gracia y expresada en el servicio a los más débiles.
El Papa valora con esperanza el renacimiento de la vida comunitaria y el inicio de noviciados residenciales, ausentes desde hace décadas. Subraya la importancia de la formación espiritual y humana para todos los miembros del Orden, insistiendo en la necesidad de formadores preparados y de una vida de oración profunda que nutra el compromiso caritativo.
Concluyendo su mensaje, León XIV anima a los Profesos que desean iniciar una experiencia de vida común, asegurándoles su cercanía y aliento. Para el Papa, este deseo es una señal del Espíritu, que sigue renovando al Orden de Malta desde dentro.
Así, en este día solemne, el Sucesor de Pedro recuerda a los caballeros y damas del Orden que su fuerza no radica en títulos ni privilegios, sino en su fidelidad a Cristo, en su amor a los pobres y en una espiritualidad evangélica capaz de transformar el mundo desde el servicio humilde.
MENSAJE DEL SANTO PADRE LEÓN XIV
A LOS MIEMBROS DE LA SOBERANA ORDEN MILITAR DE MALTA CON OCASIÓN DE LA CELEBRACIÓN DE LA SOLEMNIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA
Me alegra especialmente dirigirles este mensaje con ocasión de la celebración de la solemnidad de San Juan Bautista, Patrono de vuestra Orden religiosa, que lleva su nombre.
La Iglesia les agradece por todo el bien que realizan allí donde hay necesidad de amor, en situaciones a veces muy difíciles. También les agradece el compromiso de renovación que están llevando adelante desde hace algunos años, para una mayor fidelidad al Evangelio, en estrecha y cordial colaboración con el Cardenal Patrono, a quien he confirmado en su cargo. ¡Continúen en esta dirección!
Podemos decir que San Juan Bautista, incluso antes de su nacimiento, cumplió la misión recibida de Dios de ser anunciador de Jesús. Lo hará con radical austeridad durante toda su vida. Su idea del Mesías, al inicio, estaba aún demasiado ligada a la de un juez severo (cf. Mt 3,7-12). Jesús lo ayuda a cambiar de perspectiva, a convertirse, especialmente cuando se presenta ante él pidiéndole ser bautizado, humildemente mezclado entre tantos penitentes (cf. Mt 3,13-17). Después de esta manifestación, Juan indica a Jesús como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (cf. Jn 1,29.36). Siguiendo su invitación, dos de sus discípulos se hacen discípulos de Jesús (cf. Jn 1,37). Y el Bautista, entregando su vida en defensa de la verdad, se convierte en testigo de Jesús, que es la Verdad.
San Juan Bautista, vuestro celestial Patrono, debe iluminar vuestra vida y la misión que en la Iglesia están llamados a cumplir por acción del Espíritu Santo.
Vuestra Orden tiene como finalidad la tuitio fidei y el obsequium pauperum. Dos aspectos de un mismo carisma: la fe que se propaga y se protege en la entrega amorosa a los pobres, a los marginados, a todos aquellos que necesitan apoyo y ayuda de los demás. No se trata solo de socorrer las necesidades materiales de los pobres, sino de anunciarles el amor de Dios con la palabra y el testimonio. Si faltara esto, la Orden perdería su carácter religioso y se reduciría a ser una organización con fines filantrópicos.
El amor que cada uno de nosotros debe ofrecer a los demás es aquel que se coloca al nivel de quien lo recibe, así como hizo Jesús, que se puso a nuestro nivel, solidario con los despreciados, con aquellos a quienes se les quita la vida por ser considerada sin valor (cf. Lc 10,29-37). Por eso Jesús puede recibir una respuesta de amor de nuestra parte, porque en su abajamiento nos comunica su amor, que podemos devolverle con gratitud. Así sucede con el pobre: si lo amamos poniéndonos a su nivel, el amor que le comunicamos nos vuelve en su gratitud, no hecha de humillación, sino de alegría.
Este es el tuitio fidei, porque actuando así transmiten concretamente la fe en Dios amor, ofreciendo la experiencia de su cercanía.
Para proteger y conservar la fe, el apóstol Pablo nos indica cómo equiparnos: revestirse con la armadura de Dios para resistir las asechanzas del diablo; ceñirse con la verdad; ponerse la coraza de la justicia; tomar el escudo de la fe, con el cual apagar los dardos encendidos del Maligno; ponerse el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios (cf. Ef 6,11-18).
Ciertamente, para tantas loables obras de bien que vuestra Orden realiza en diversas partes del mundo, se necesitan muchos medios, también económicos, y diversas mediaciones. Pero siempre es necesario recordar que los medios deben ser considerados como tales, funcionales al logro del fin.
Sin embargo, para alcanzar un buen fin, los medios deben ser buenos. En este campo, la tentación puede presentarse fácilmente con apariencia de bien, como ilusión de poder alcanzar fines buenos mediante medios que podrían revelarse no conformes a la voluntad de Dios. También Jesús fue tentado en esto, cuando el maligno “le mostró todos los reinos del mundo y su gloria” (Mt 4,8) y le prometió dárselos si lo adoraba. Pero entonces Jesús no habría sido ya el Siervo sufriente de Dios, que en la humildad se despoja de todo poder mundano para conquistar, con amor, el amor del hombre. Jesús reafirma, también en esta tentación especialmente insidiosa, la supremacía de Dios y no se vende al poder de este mundo. Si hubiera cedido a la tentación, Jesús habría adoptado medios ilícitos y no habría alcanzado el fin establecido por el Padre para su misión. La Orden de Malta, a lo largo de la historia, ha asumido, según las circunstancias, distintos medios, que deben ser evaluados en su validez actual para alcanzar el fin de la tuitio fidei y el obsequium pauperum.
A lo largo de los siglos, la Orden ha asumido una creciente relevancia en el ámbito internacional, un tipo muy particular de soberanía, con prerrogativas en dicho ámbito que deben necesariamente estar al servicio de la finalidad de tuitio fidei y obsequium pauperum. Si estas prerrogativas fueran utilizadas por ustedes dejándose atraer por la mundanidad, tal vez sin darse cuenta, precisamente por la ilusión que la mundanidad comporta, correrían el riesgo de actuar perdiendo de vista el objetivo. Debemos hacer continuamente nuestro lo que enseñó Jesús, que no pidió al Padre que nos quitara del mundo, porque nos envía al mundo, pero que no somos del mundo como Él no es del mundo; y pidió al Padre que nos protegiera del maligno (cf. Jn 17,14-16.18).
El Espíritu nos hace descubrir los engaños del maligno, por lo tanto estamos llamados a discernir continuamente si es el Espíritu quien nos guía o el maligno, o incluso nuestro propio interés.
Están comprometidos en un camino de renovación. La renovación no puede ser simplemente institucional o normativa: debe ser ante todo interior, espiritual, porque esto da sentido a los cambios normativos. Han renovado su derecho propio, la Carta Constitucional y el Código Melitense. Esto era necesario, ya que diversas cosas debían ser aclaradas, especialmente la naturaleza de Orden religioso, otorgada y garantizada por los miembros del Primer Ceto, pero cuya fuerza carismática es también compartida, con diversa gradualidad, por el Segundo y el Tercer Ceto.
También han completado el trabajo de «Comentario» a ambos textos normativos. Un trabajo muy útil para facilitar, además de la comprensión literal de las normas, también la de su fundamento espiritual y teológico, de primordial importancia para una correcta interpretación y aplicación en el Espíritu. Ciertamente el camino de renovación no ha terminado, es más, siempre está en sus inicios, porque exige la conversión del corazón, tarea de toda la vida para cada uno de nosotros. Sabemos cuán ardua es la conversión del corazón. Especialmente los miembros del Primer Ceto están llamados a comprometerse en este sentido, para vencer toda tentación de secularización, es decir, de una vida no animada por esa radicalidad evangélica que es propia de una Orden religiosa. Si el Primer Ceto no realiza ese camino de conversión, que, aunque difícil y exigente, está sostenido por la gracia del Espíritu del Resucitado, no se puede esperar que lo cumplan, según su condición, el Segundo y el Tercer Ceto.
La conversión, sin embargo, siempre se ve alentada por una experiencia significativa que toca nuestro corazón. Su acción a favor de los Señores Enfermos, como ustedes gustan decir, y de los pobres en cualquier condición, meritoria ante Dios y ante los hombres, es lo que sostiene su conversión. La acción caritativa y apostólica es fruto y manifestación de una espiritualidad, aquella que desde los orígenes les ha sido transmitida por el Beato Gerardo y que están llamados a encarnar en el mundo de hoy con una creciente autenticidad evangélica, fruto de continua purificación.
Con gran alegría he sabido que hay aspirantes que han pedido iniciar la experiencia del noviciado, y de un noviciado residencial, lo cual constituye una novedad tras tanto tiempo de disolución de la vida comunitaria. Esto es motivo de gran esperanza, pero también un desafío para toda la Orden y, sobre todo, para los formadores. La formación es un aspecto fundamental para todos los institutos de vida consagrada, y es particularmente exigente por la complejidad de las trayectorias de vida de los candidatos en el tiempo actual. Esto requiere más que nunca una formación específica de los formadores, sin la cual el trabajo formativo seguiría siendo aproximado e ineficaz, como sucedería si no estuvieran bien delineados su itinerario y su contenido. La formación no concierne solo al Primer Ceto, sino, con modalidades distintas, también al Segundo y al Tercer Ceto. Esta deberá tener como objetivo fundamental la oración: litúrgica y personal, nutrida de soledad y de silencio, dimensiones necesarias cuanto más se dedica uno a la actividad de servicio al prójimo, para que esta sea testimonio del amor de Dios que se hace presente.
También es motivo de gran esperanza que algunos miembros Profesos deseen iniciar una experiencia de vida comunitaria. Aliento de corazón este deseo…
Fuente: Exaudi.org